¡Hola a todos mis Tributos! Para no entreteneros mucho, os dejo ya el Capítulo 34 - Amigos que se marchan. Os pido disculpas por el retraso ya que tenía que haberlo subido hace unas cuantas horas...Por cierto os recuerdo que podéis contactar conmigo por Tuenti, Twitter, Ask, Correo..., ¿De acuerdo? Pues eso es todo, pequeños. A leer¡! :)
La calle está abarrotada de gente que marcha hasta la plaza. Nunca me había dado cuenta del montón de gente que se ve obligada a presenciar la Cosecha. Al llegar a la entrada de la plaza, unas mesas altas de más de un metro y medio, nos esperan. Unos agentes de paz muy serios esperan, para que pasemos uno de nuestros dedos por un sensor que nos identifica, haciendo el recuento de ciudadanos y que no escape nadie. Tras haber pasado, nos colocamos por edades y mi grupo se queda el último. Luck, está en el grupo de delante mío y los otros, Jeff, Jareth,... más adelante aún.
En mi grupo hay muchos chicos cómo yo y estamos muy apretados, pasando calor y siento que me ahogo. Necesito saber donde está Annie, que está bien, a salvo. A dos metros, más o menos, se encuentra otra fila de grupos por edades, pero esta vez formadas por chicas. Nos miran aterradas, saben que alguna de ellas estará subida en la tarima en menos de media hora. Y alguno de nosotros tras ellas.
Tras haberse llenado la plaza, veo a Annie y su madre. Annie me mira con preocupación y desde donde estoy le mando fuerza, por si acaso me tiene que ver en las pantallas. Me siento mal por ella, porque mientras duren los juegos, no podrá pescar nada, sólo podrán comer lo que tengan guardado. Y yo en la academia, comiendo sin preocuparme porque nos quede poca comida en la despensa.
Una señorita joven, guapa con ropas muy extrañas sube tras haber mantenido una larga conversación con el alcalde. Es alta, delgada, ojos oscuros, cara redondeada y parece ser buena gente. Tiene el pelo muy largo y negro con reflejos azules, ojos grandes y boca pequeña, maquillada de rojo. Lleva puesto un traje azul eléctrico oscuro y unos tacones, demasiado altos. En lo más alto lleva el pelo recogido, que le da un aspecto elegante.
Se para a hablar con una mujer de igual estatura y que tiene el pelo marrón, pero que tiene pinta de ser mayor...¡Es Mags! ¿A donde a ido a parar, toda la cirugía que llevaba cuando la conocí? Se estrechan las manos y la señorita se vuelve hacia el alcalde, le asiente y se sienta en una bonita silla que tiene aspecto señorial. El alcalde sube y enciende el micrófono que hay especialmente para él. Nos habla de los Días Oscuros, del sufrimiento y del resurgimiento de la paz gracias a que se hicieron los 12 distritos. Como de pasada comenta lo que le pasó al distrito 13, cómo si hubiera sido un "accidente".
Cuando termina, la mitad del distrito está al borde de un ataque de calor. Es bochornoso. Las chicas se muerden las uñas con avidez y desearía poder escaparme. Con parsimonia, sin duda para quedar estupendamente delante de las cámaras, la señorita del Capitolio se acerca a las urnas. A la izquierda la de los chicos, a la derecha las chicas. Coge el micro en una mano y se acerca hasta la urna, para decir con claridad el nombre de la "afortunada". Antes de preguntar nada dice - ¡Que la suerte esté siempre siempre de vuestra parte! - y sonríe de forma deslumbrante. Pregunta si hay voluntarias. No se oye nada, sólo un tenso silencio que recorre la multitud. Así que con la voz entusiasmada, dice - ¡Las damas primero!
Y con una enorme sonrisa, la señorita del Capitolio remueve la urna de nombres. El distrito contiene el aliento. Hijas, hermanas, primas, sobrinas, amigas, todas contienen la respiración. Al fin, la del Capitolio, saca un nombre. Se acerca el micro a la boca y mira a la multitud femenina que guarda la respiración a dos metros de nosotros.
- ¡Lilieth Scott! - grita.
Me giro aterrado y miro a la chica que lleva detrás de mí desde que entré en la academia, tiene que ir a los juegos. La miro con la boca entreabierta, sin creérmelo. Ella adopta una compostura honrosa y se dirige a la tarima, seria. Cruza las manos a sus espalda y dice su nombre todo lo entera que se puede estar en un momento así. La miro de medio a medio, ahora no parece una niña dulce, esa a la que yo conozco, sino una chica que se va enfrentar a los otros tributos, que seguramente valla a matar... que difícil es todo.
Pero no me puedo olvidar que yo también puedo ir a los juegos, así que me recompongo. Por suerte nos a dado un minuto a todos para que pensemos y nos centremos en el asunto. Así que ahora, se acerca a los chicos, a los que nos pregunta otra vez, si hay voluntarios. Inmediatamente, un chico llamado Nathan Hunter, musculoso y fuerte, con la cara cuadrada se presenta voluntario. Tiene 15 años y siempre se quejaba que éramos unos cobardes por no desear que fueran los ya juegos.
Sube al escenario, se presenta y se marchan los dos tributos profesionales a ver por última vez a sus familias. Yo no sé si ir a ver a Lilieth, para darle suerte o simplemente para que sepa que no me olvidaré de ella.
Me uno a Luck y me mira apenado. Le pregunto si quiere ir a ver a Lilieth, no sé, para darle ánimos o algo. Así que nos acercamos a la parte trasera del escenario, aunque se hace difícil, por todas aquellas personas que vuelven a casa tras la Cosecha y que nos impiden el paso. Tras el escenario, hay una pared enorme gris y una puerta oscura, custodiada por dos Agentes de paz, fuertemente armados.
Inmediatamente sé que tengo que poner rostro dulce para ver si así, podemos pasar. Entrelazo mis manos por debajo de la altura del estómago, para dar la impresión de inocencia y unos ojos expresivos, con un poco de humedad, quizás pueda parecer su hermano o algo así. Recuerdo que no voy solo y para que el plan salga bien, Luck, debe parecer abatido ya que se supone que somos familia.
- Luck, debe parecer que somos familia de Lilieth, pon cara triste y deja que yo hable, ¿De acuerdo?
Nos acercamos a los agentes y me pongo a un metro, más o menos del más alto y musculoso. Tiene pinta de ser mayor, más de 50. Lleva un traje blanco con franjas de color celeste en los costados y a los lados de las piernas. No hay tiempo que perder, así que pongo a actuar mi apariencia inofensiva.
- Señor, quisiera entrar a ver a uno...
- Será mejor, que te marches o serás arrestado - contestó muy serio, cosa a la que yo no temí, a los chicos en edad de ir a los Juegos y que sobre todo estaban en la academia, teníamos la suerte, de que no podían hacernos prácticamente nada y él lo sabía, aunque esperaba que yo no lo supiera, por supuesto.
- No oiga - le dije muy tranquilo - un familiar mio, está esperando a que le visite, así que por favor déjeme entrar, tan solo 5 minutos. Sólo necesito eso - dije. Aunque mi apariencia fuese la de un niño bueno, mi expresión no debería ser muy alegre ya que me tomó en serio.
- ¿Estáis en la academia? - preguntó, pero me pareció que ya sabía la respuesta.
- Sí.
- ¿ Y vais juntos vosotros dos? - y nos señaló a mí y a Luck.
Asentí.
- Bueno, podéis entrar pero deberéis dejar vuestros nombres en los registros - nos abrió la puerta con una llave muy rara.
Volvimos a asentir pero Luck estaba reacio a dejar su nombre por ahí, en los archivos esos que a saber quién se iba a enterar de que habíamos estado allí. Pero no hay muchas más opciones, o entramos y dejamos nuestros nombres, apellidos, ocupación y al tributo que queríamos visitar o nos íbamos de allí si verla antes de que se marche. Suerte que al estar más cerca del Capitolio, los tributos se puedan tranquilizar y ver durante más tiempo a la familia y amigos. No cómo en el Distrito 12, en el que no te dejan más que unos minutos con ellos y todo por la distancia.
Tras poner todo lo necesario en los archivos, entramos en una sala, con ventanas que dan a la plaza y que inundan la habitación de luz solar. Hay una moqueta azul, varias sillas y las paredes están decoradas con papel en franjas azul y celeste. Se oyen pasos amortiguados y cuando intento descubrir cuantas personas pueden ser, entran en la sala dos agentes de paz y Lilieth, que lleva un vestido rosa claro, sandalias y el pelo lo tiene recogido en una coleta. Nos dejan a los tres solos, para que hablemos un poco. Está muy guapa y a Luck, se le cae la mandíbula de incredulidad.
Yo sin embargo, me hecho a sus brazos. Al fin Luck, reacciona y se acerca. Se dan un abrazo. Nos reímos un pasamos un cuarto de hora, genial. Pero, nos debemos marchar y sin previo aviso, Luck en vez de besarle en una mejilla le da un beso en todo los labios. Jamás me lo hubiera planteado. Nunca se llevaron bien, pero ahora parece que encajan hasta en lo más mínimo.
Se nos acaba el tiempo y salimos de allí con pena. Nos despedimos de ella diciéndole que la queremos. A la salida, nos encontramos con los mismos Agentes de paz que había en la puerta. Nos dicen que debemos ser una familia que se quiere mucho porque los hermanos normalmente no se dan tantos besos. Lo miro con odio y nos marchamos de allí.
Nos damos un abrazo, sólo con esto nos lo decimos todo y cuando vamos a la academia Annie, se me hecha encima y me da un abrazo. Dice que se alegra de que halla honrado a mi padre, al no haberme presentado. Le contesto que estaba aterrado como para hablar. Nos despedimos y al llegar a la academia Aaron, me dice que habrá que seguir entrenándose, para ser un buen luchador. Puedo ver en sus ojos que está decepcionado por no haberme presentado voluntario. Sinceramente, ya me da igual lo que piense.
Unas horas más tarde vemos por la pantalla de televisión del comedor, que nuestros compañeros y tributos, entran en la estación del tren de alta velocidad que los llevará hasta el Capitolio. Lilieth tiene los ojos un poco rojos, parece cómo si hubiera llorado hace poco y no me extraña, porque yo estaría igual.
Sin embargo, Nathan el otro tributo de nuestro distrito, está contento, muy contento. Mira sonriente a las cámaras e incluso se para junto a una periodista muy mona para que le pregunte todo lo que quiera. Se acercan al tren y cuando Lilieth va a subir, el bruto de Nathan la empuja y la mira con odio. Parece increíble, que un día ellos fuesen novios. Se despiden de todos saludando por las ventanas laterales. Mañana por la mañana despertarán llegando allí. Vemos cómo el tren se va alejando y me pregunto si los volveré a ver a alguno de los dos.
Lo más que se le puede pedir a los juegos es una muerte rápida e indolora, así que rezo por que Lilieth, tenga una muerte así. Aunque nunca se sabe, porque cómo no les gustes a los creadores de los juegos, pueden matarte y hacer parecer que es acto de los otros tributos. Me voy a dormir pensando en la enorme suerte que he tenido, porque me veía participando en los Juegos con tan solo once años.
Cuando termina, la mitad del distrito está al borde de un ataque de calor. Es bochornoso. Las chicas se muerden las uñas con avidez y desearía poder escaparme. Con parsimonia, sin duda para quedar estupendamente delante de las cámaras, la señorita del Capitolio se acerca a las urnas. A la izquierda la de los chicos, a la derecha las chicas. Coge el micro en una mano y se acerca hasta la urna, para decir con claridad el nombre de la "afortunada". Antes de preguntar nada dice - ¡Que la suerte esté siempre siempre de vuestra parte! - y sonríe de forma deslumbrante. Pregunta si hay voluntarias. No se oye nada, sólo un tenso silencio que recorre la multitud. Así que con la voz entusiasmada, dice - ¡Las damas primero!
Y con una enorme sonrisa, la señorita del Capitolio remueve la urna de nombres. El distrito contiene el aliento. Hijas, hermanas, primas, sobrinas, amigas, todas contienen la respiración. Al fin, la del Capitolio, saca un nombre. Se acerca el micro a la boca y mira a la multitud femenina que guarda la respiración a dos metros de nosotros.
- ¡Lilieth Scott! - grita.
Me giro aterrado y miro a la chica que lleva detrás de mí desde que entré en la academia, tiene que ir a los juegos. La miro con la boca entreabierta, sin creérmelo. Ella adopta una compostura honrosa y se dirige a la tarima, seria. Cruza las manos a sus espalda y dice su nombre todo lo entera que se puede estar en un momento así. La miro de medio a medio, ahora no parece una niña dulce, esa a la que yo conozco, sino una chica que se va enfrentar a los otros tributos, que seguramente valla a matar... que difícil es todo.
Pero no me puedo olvidar que yo también puedo ir a los juegos, así que me recompongo. Por suerte nos a dado un minuto a todos para que pensemos y nos centremos en el asunto. Así que ahora, se acerca a los chicos, a los que nos pregunta otra vez, si hay voluntarios. Inmediatamente, un chico llamado Nathan Hunter, musculoso y fuerte, con la cara cuadrada se presenta voluntario. Tiene 15 años y siempre se quejaba que éramos unos cobardes por no desear que fueran los ya juegos.
Sube al escenario, se presenta y se marchan los dos tributos profesionales a ver por última vez a sus familias. Yo no sé si ir a ver a Lilieth, para darle suerte o simplemente para que sepa que no me olvidaré de ella.
Me uno a Luck y me mira apenado. Le pregunto si quiere ir a ver a Lilieth, no sé, para darle ánimos o algo. Así que nos acercamos a la parte trasera del escenario, aunque se hace difícil, por todas aquellas personas que vuelven a casa tras la Cosecha y que nos impiden el paso. Tras el escenario, hay una pared enorme gris y una puerta oscura, custodiada por dos Agentes de paz, fuertemente armados.
Inmediatamente sé que tengo que poner rostro dulce para ver si así, podemos pasar. Entrelazo mis manos por debajo de la altura del estómago, para dar la impresión de inocencia y unos ojos expresivos, con un poco de humedad, quizás pueda parecer su hermano o algo así. Recuerdo que no voy solo y para que el plan salga bien, Luck, debe parecer abatido ya que se supone que somos familia.
- Luck, debe parecer que somos familia de Lilieth, pon cara triste y deja que yo hable, ¿De acuerdo?
Asiente y me mira con pesadumbre, parece querer decir que no le cuesta nada parecer abatido. Realmente Lilieth se hizo un hueco entre nosotros, haciéndose querer.
Nos acercamos a los agentes y me pongo a un metro, más o menos del más alto y musculoso. Tiene pinta de ser mayor, más de 50. Lleva un traje blanco con franjas de color celeste en los costados y a los lados de las piernas. No hay tiempo que perder, así que pongo a actuar mi apariencia inofensiva.
- Señor, quisiera entrar a ver a uno...
- Será mejor, que te marches o serás arrestado - contestó muy serio, cosa a la que yo no temí, a los chicos en edad de ir a los Juegos y que sobre todo estaban en la academia, teníamos la suerte, de que no podían hacernos prácticamente nada y él lo sabía, aunque esperaba que yo no lo supiera, por supuesto.
- No oiga - le dije muy tranquilo - un familiar mio, está esperando a que le visite, así que por favor déjeme entrar, tan solo 5 minutos. Sólo necesito eso - dije. Aunque mi apariencia fuese la de un niño bueno, mi expresión no debería ser muy alegre ya que me tomó en serio.
- ¿Estáis en la academia? - preguntó, pero me pareció que ya sabía la respuesta.
- Sí.
- ¿ Y vais juntos vosotros dos? - y nos señaló a mí y a Luck.
Asentí.
- Bueno, podéis entrar pero deberéis dejar vuestros nombres en los registros - nos abrió la puerta con una llave muy rara.
Volvimos a asentir pero Luck estaba reacio a dejar su nombre por ahí, en los archivos esos que a saber quién se iba a enterar de que habíamos estado allí. Pero no hay muchas más opciones, o entramos y dejamos nuestros nombres, apellidos, ocupación y al tributo que queríamos visitar o nos íbamos de allí si verla antes de que se marche. Suerte que al estar más cerca del Capitolio, los tributos se puedan tranquilizar y ver durante más tiempo a la familia y amigos. No cómo en el Distrito 12, en el que no te dejan más que unos minutos con ellos y todo por la distancia.
Tras poner todo lo necesario en los archivos, entramos en una sala, con ventanas que dan a la plaza y que inundan la habitación de luz solar. Hay una moqueta azul, varias sillas y las paredes están decoradas con papel en franjas azul y celeste. Se oyen pasos amortiguados y cuando intento descubrir cuantas personas pueden ser, entran en la sala dos agentes de paz y Lilieth, que lleva un vestido rosa claro, sandalias y el pelo lo tiene recogido en una coleta. Nos dejan a los tres solos, para que hablemos un poco. Está muy guapa y a Luck, se le cae la mandíbula de incredulidad.
Yo sin embargo, me hecho a sus brazos. Al fin Luck, reacciona y se acerca. Se dan un abrazo. Nos reímos un pasamos un cuarto de hora, genial. Pero, nos debemos marchar y sin previo aviso, Luck en vez de besarle en una mejilla le da un beso en todo los labios. Jamás me lo hubiera planteado. Nunca se llevaron bien, pero ahora parece que encajan hasta en lo más mínimo.
Se nos acaba el tiempo y salimos de allí con pena. Nos despedimos de ella diciéndole que la queremos. A la salida, nos encontramos con los mismos Agentes de paz que había en la puerta. Nos dicen que debemos ser una familia que se quiere mucho porque los hermanos normalmente no se dan tantos besos. Lo miro con odio y nos marchamos de allí.
Nos damos un abrazo, sólo con esto nos lo decimos todo y cuando vamos a la academia Annie, se me hecha encima y me da un abrazo. Dice que se alegra de que halla honrado a mi padre, al no haberme presentado. Le contesto que estaba aterrado como para hablar. Nos despedimos y al llegar a la academia Aaron, me dice que habrá que seguir entrenándose, para ser un buen luchador. Puedo ver en sus ojos que está decepcionado por no haberme presentado voluntario. Sinceramente, ya me da igual lo que piense.
Unas horas más tarde vemos por la pantalla de televisión del comedor, que nuestros compañeros y tributos, entran en la estación del tren de alta velocidad que los llevará hasta el Capitolio. Lilieth tiene los ojos un poco rojos, parece cómo si hubiera llorado hace poco y no me extraña, porque yo estaría igual.
Sin embargo, Nathan el otro tributo de nuestro distrito, está contento, muy contento. Mira sonriente a las cámaras e incluso se para junto a una periodista muy mona para que le pregunte todo lo que quiera. Se acercan al tren y cuando Lilieth va a subir, el bruto de Nathan la empuja y la mira con odio. Parece increíble, que un día ellos fuesen novios. Se despiden de todos saludando por las ventanas laterales. Mañana por la mañana despertarán llegando allí. Vemos cómo el tren se va alejando y me pregunto si los volveré a ver a alguno de los dos.
Lo más que se le puede pedir a los juegos es una muerte rápida e indolora, así que rezo por que Lilieth, tenga una muerte así. Aunque nunca se sabe, porque cómo no les gustes a los creadores de los juegos, pueden matarte y hacer parecer que es acto de los otros tributos. Me voy a dormir pensando en la enorme suerte que he tenido, porque me veía participando en los Juegos con tan solo once años.
me encanto!!!!!!!! me gusta mucho como escribes
ResponderEliminarGracias por comentar¡!
EliminarEspectacular ¿cuando proximo?
ResponderEliminarAlex
Muchas Gracias, siento tardar tanto en subirlos pero no tengo tiempo para nada. Me gustaría tenerlo para mañana y esto ya es en serio, no quiero atrasar más la publicación.
EliminarUn Besazo¡!
Increible! es tan bonito...lo de Lilieth y Luck! sin duda era inseperado, aunque estoy muy contenta de que aun no hayan saldio Fin y Annie...y muy triste por lo de Lilieth.
ResponderEliminarSige asi!mi chica de los azucarillos!
Besos M.T
Awwwwww, muchas gracias guapísima¡! Es cierto, pero valla que estoy deseando de que llegue los capítulos mas emocionantes... xD Gracias, sinsajillo¡! Un Besazo¡!
Eliminaralgo que me pareció un poco extraño es que Finnick tiene 11 años en la historia... pero en el libro los tributos son de 12 a 18 xD está bueniiiiiiiiiisimo de todos modos gracias por el capítulo y suerte!
ResponderEliminarJacob